Reconozcámoslo, nos encanta pasar miedo. Si no, resultaría imposible explicar la fama que ha conseguido la saga Project Zero (también conocida como Fatal Frame) a lo largo de sus más de diez años de existencia. Reconocida como una de las creaciones más carismáticas dentro del género del "survival horror", la franquicia ha destacado además por ofrecer a sus usuarios unos guiones bastante elaborados, muy a la japonesa -eso sí- pero igualmente convincentes.

Y si hay un capítulo que podamos destacar como verdadera piedra angular de la saga, Project Zero II: Crimson Butterfly probablemente sería el elegido. Un videojuego cuyas tasas de diversión son directamente proporcionales a las del terror que es capaz de provocarnos de noche, en una habitación a oscuras y con los auriculares puestos. De hecho, está considerada como una de las obras más espeluznantes de Tecmo Koei, que ahora, justo en los últimos compases de Wii, ha decidido crear una versión exclusiva y específicamente adaptada a la plataforma.




Project Zero II: Wii Edition se presenta así como otra buena manera de despedir a nuestra consola. Un título que destaca, sobre todo, por realizar un contundente lavado de cara del original. Las cámaras estáticas al estilo de los primeros Resident Evil dejan así lugar a una cámara en tercera persona calcada a la de Fatal Frame IV, al tiempo que se realiza un fuerte trabajo de remodelado y texturizado sobre escenarios y personajes. No es, por tanto, un mero "port", sino un cuidado "remake" que incluso saca partido del binomio wiimote-nunchuk, al tiempo que añade alguna que otra modalidad y sorpresa adicional.

Todo eso no quita que sigamos estando ante el mismo juego de siempre, marcado por un guión muy interesante -ahora con algún que otro final extra- que nos colocará en el papel de Mayu y Mio, dos hermanas que, tras perderse en el bosque, llegan a un pueblo abandonado. La oscuridad baña al lugar, y nuestras protagonistas no verán una mejor forma de pasar el rato que irrumpir en sus casas para descubrir que todo está plagado de espíritus y, por ende, de una buena cantidad de sustos.

El descubrimiento de la cámara oscura (un arma capaz de acabar con los espectros) y el presentimiento de que algo nos une a ese misterioso enclave nos hará quedarnos, tanto para resolver el enigma como para intentar escapar posteriormente. En total, 10 horas que se acortarán o alargarán dependiendo de la dificultad escogida -existen cuatro grados- y de nuestra habilidad para superar un modo historia que mezcla la exploración de entornos lúgubres y encantados con algún que otro puzle y una buena sucesión de enfrentamientos contra entes paranormales.


Sin embargo, la mayor novedad la recibimos en el control, ahora completamente adaptado a las posibilidades de la pareja wiimote-nunchuk. No existe posibilidad de manejar el título de otra manera (algo criticable, ya que se echa de menos al Controlador Clásico), pero a cambio el control giroscópico funciona correctamente, dándonos la posibilidad de mover el wiimote para dirigir la cámara, así como nuestro dispositivo fotográfico para cuando se haga necesario.

Aparte, se habilita la acción de darnos la vuelta rápidamente mediante la sacudida del mando, una introducción muy bienvenida debido a su utilidad. Al mismo tiempo, los controles muestran un comportamiento muy adecuado en los duelos contra espectros, con la posibilidad de sacar partido a los giroscopios para apuntar al tiempo que se introduce el uso del gatillo Z para fijar. En definitiva, los nipones han sabido adaptar Wii bastante bien a las exigencias jugables del título.

En lo que respecta al uso de la cámara oscura, lo cierto es que no hay grandes cambios con respecto a lo visto en PS2 y Xbox. Se mantiene la vista en primera persona desde el visor de enfoque, con la opción de realizar disparos especiales, obturaciones precisas y combos. Las mejoras de nuestra cámara, en términos de lentes y accesorios, también siguen vigentes, lo cual suma una componente de rejugabilidad a la obra.


Lo que sí es nuevo, aunque heredado directamente de Fatal Frame IV, es la posibilidad de recoger objetos del escenario manteniendo presionado el botón A. Esto añade un toque de suspense a un proceso tan sencillo como obtener hierbas medicinales y diarios, puesto que en cualquier momento podría asaltarnos una mano espectral. Siempre es posible retirar nuestra curiosa mano dejando de pulsar A, pero si no somos rápidos podríamos perder algo de vida. Una incorporación, en resumen, que creemos acertada, obligándonos a que estemos atentos a la pantalla en todo momento.

Otros añadidos de consideración tienen que ver con la vertiente cooperativa del producto. No os esperéis grandes revoluciones sin embargo, ya que la mayor novedad es que un segundo usuario puede sujetar el wiimote en la aventura para ayudarnos a realizar "disparos sincronizados" (apretando el botón de disparo al mismo tiempo que el primer jugador). Esto se traduce en ataques de mayor daño e impacto, tras los cuales recibiremos más puntos espirituales de los normales.



Donde sí vemos un mayor interés por expandir la experiencia es en el modo Casa Embrujada (no presente en el original). No supone tampoco un contenido profundo, pero al menos nos propone una serie de experiencias paralelas a la campaña. Mantén la calma, por ejemplo, nos plantea realizar un recorrido sobre raíles similar al "tren de la bruja", donde se evalúa nuestra capacidad para permanecer serenos, algo que se consigue mediante la tecnología del wiimote, que detecta nuestros sobresaltos... pero no de forma muy eficiente que digamos.